Ya no hay vuelta atrás, abandoné a mis amigos, mi antigua casa y mi ciudad… New York.
A mamá la transfirieron a Los Ángeles, California por cosas de su trabajo y obviamente tuvimos que cambiarnos de casa. Cuando supe la noticia, hace creo que dos semanas, intenté reaccionar calmada pero en realidad por dentro quería llorar y morir, la verdad quién no? Si te sacan obligada de 'tu tierra', el lugar en donde naciste y creciste durante 17 años. En fin, la nueva casa es un lindo lugar aunque me parece muy grande para dos personas. Mi habitación es hermosa, no lo puedo negar. Está pintada de color lila y tiene un gran ventanal que conecta con el balcón, desde ahí puedo ver las otras casas pero no las veo tan bien como la casa vecina y parte de una de sus habitaciones. La residencial es… demasiado privada, podría funcionar como cárcel, a pesar de eso es bastante linda y agradable, llena de árboles y una pequeña plaza con juegos para niños.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por los golpes en mi puerta.
-Sam? – mamá abrió y entró - Estás despierta?
Abrí los ojos y me enderecé de la cama para sentarme.
-Sí má, por qué? – Creo que se distrajo un poco mirando mi habitación. Pude notar su cara de sorpresa al ver tanto orden, se puede decir que soy exageradamente desordenada y es algo muy raro ver mi habitación 'limpia'. Pero como llegamos hoy a la nueva casa, quise distraerme un poco durante la tarde y decidí ordenar mis cosas y sacarlas de las maletas. Luego de unos segundos me miró.
-Vas a comer algo antes de dormir?
-No gracias, creo que el viaje de 7 horas me dejó demasiado cansada y además no tengo hambre. Asique me dormiré temprano.
-Está bien, descansa – Se volteó para salir pero se detuvo un momento – Ah! Tu habitación se ve… bien! – Rió – Buenas noches.
-Buenas noches má! – Dije entre risas.
~ Espera… noches?!
Tomé mi celular que estaba sobre el velador justo a mi lado y miré la hora.
~ 22.30?
El tiempo se había pasado muy rápido, habíamos llegado a las 18.00 hrs a casa y prácticamente me había pasado toda la tarde en mi habitación sin darme cuenta. Me levanté para ponerme el pijama y lavar mis dientes, luego me cepillé el cabello al igual que todas las noches, no me gusta que se enrede, es desagradable, y más cuando es tan largo. Me acosté e intenté dormir, al principio fue un poco complicado pero pasaron algunos minutos y el sueño me venció. Desperté a las 11.00 como de costumbre los sábados, bajé a la cocina a prepararme el desayuno, mamá estaba en la sala terminando de ordenar las cajas y esas cosas.
-Buenos días mamá
-Buenos días hija – Continué mi camino a la cocina, serví un poco de leche en un vaso y saqué unas galletas de la despensa. Subí a mi habitación y me recosté en la cama a ver televisión. Después de un rato me bañé y vestí, el día estaba un tanto caluroso asique me puse una polera morada, shorts negros y chapulinas negras. Ordené mi cama y la habitación, bajé a la sala y vi que mamá se preparaba para salir.
-A dónde vas? – Pregunté curiosa
-A buscar mi nuevo auto – Sonrió malvada
-Tu nuevo qué?!
-Ay Samantha no empieces, ya conversamos sobre eso…
~ Esto es injusto!
El 'eso' que ya habíamos conversado era que yo no tendría auto hasta que fue a la universidad, o sea en dos años más, pero a mi edad no es normal no tener auto, a los 17 todos tienen licencia de conducir y auto. Sobre todo en L.A! Yo solo tengo la mitad… Licencia. Mamá me permitió hacer el curso de conducción y obtener una licencia solo por si algún día había una emergencia. En fin… no lograría nada discutiendo asique solo callé.
-Ok, me voy. Dejé comida preparada por si te da hambre – Se acercó y besó mi mejilla – Ah! Y sobre la mesa del teléfono hay una lista con algunas cosas que hacen falta, si quieres puedes ir a algún mercado a comprar o sino cuando llegue puedo ir yo.
-Claro. Adiós.
Mamá salió de casa, como no había nada que hacer regresé a mi habitación y me quedé en el balcón para tomar un poco de aire. Solo podía ver árboles, casas y más árboles.
~ Mis sábados nunca son tan aburridos como este.
El ruido de un auto de color negro me asustó y me hizo reaccionar, se estacionó frente a la casa de al lado, si no me equivoco era un Audi, de él bajó alguien que casi no pude ver porque estaba cubierto con unas gafas negras y un gorro, lo cual llamó mi atención al instante pero no le di mayor importancia. Pasó un largo rato y recordé la lista que mamá había dejado, decidí ir a comprar, quizá me serviría para despejarme y conocer un poco de L.A. Tomé el dinero y la pequeña hoja y salí de casa. Cuando me di la vuelta para ponerle llave a la puerta un perro se me acercó y comenzó a correr a mí alrededor. Estaba asustada, desde que tenía 5 y un perro me mordió no me he vuelto a acercar a uno.
~ Mierda! Por qué a mí?
Era grande y eso hacía que le temiera más. Estúpidamente creí que me quedaría el resto de mi vida atrapada con un perro corriendo a mí alrededor, pero alguien llegó a mi salvación.
-Scotty!
[Continuará]
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